Las palomas, a veces confundidas y desorientadas, no se ponen de acuerdo. Vuelan en todas las direcciones, chocan contra todos los cristales, arriba, abajo, derecha e izquierda, y forcejean. Llevan tanto tiempo en cautiverio que han olvidado cómo volar en libertad. Tal vez, si una de ellas se posa hoy en tu ventana, puedas recordarle que la paz es un estado de conciencia, más allá de la división del ego y del yo, donde todos somos uno.
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